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Foto del escritorEcba Joyas

HISTORIA DE LA JOYERÍA

En casi todas las culturas, las joyas tienen un lugar especial. No solo porque completan un look, sino porque para muchas personas las piedras preciosas que se usan para hacerlas, brindan protección o son amuletos. Conoce la historia completa de la joyería.

Los ornamentos para el cuerpo datan de miles de años atrás. Más allá de que las joyas complementan un look o nos vuelven más elegantes, muchos de sus usos a lo largo de la historia estuvieron relacionados con creencias religiosas y espirituales, como amuletos o símbolos de protección.

En el 3000 a.C. los egipcios, pioneros en casi todo, comenzaron a usar las primeras joyas hechas, principalmente, de oro, cobre y plata. Las piezas solo eran usadas por las clases ricas y formaban parte de sus ajuares cuando fallecían. Junto con los metales, colocaban piedras preciosas como el lapislázuli, el jade y el rubí.

Con la llegada de los griegos, se comenzaron a usar gemas para la elaboración de la joyería. Ellos hacían piezas coloreadas y utilizaban amatistas, perlas y esmeraldas. A diferencia de los egipcios, en Roma las joyas se usaban especialmente para apariciones públicas y ocasiones especiales. Las lucían sobre todo las mujeres, para mostrar status y riqueza.



Hacia el 27 a.C., los romanos tomaron el control e impusieron sus diseños ostentosos y complicados en toda Europa. La pieza preferida era la hebilla, que sujetaba la ropa, y los broches para el cabello. Eran usadas por mujeres, a excepción del anillo, que también lo lucían los hombres, e indicaban alto nivel social.

La Edad Media se caracterizó por joyas de plata como fíbulas, prendedores, collares, pendientes, horquillas y brazaletes. Pero también, las armas eran adornadas como joyas.

El Renacimiento significó una revolución: las nuevas técnicas y el comercio dispusieron una gran cantidad de materiales nuevos para crear las joyas. Se trabajaba con piedras preciosas, de gran tamaño. Un siglo más tarde, con el Romanticismo, la joyería tuvo su auge. Con la industria, y la nueva clase media, muchas más personas pudieron acceder a estas piezas, aunque hechas de elementos más baratos y menor calidad.

En 1837 se fundó Tiffany & Co, y siguió la cadena de aperturas de grandes marcas del rubro con Cartier SA en 1847 en Francia, y Bvlgari en Italia, en 1884.

Desde 1900 en adelante, la variedad fue en aumento. Aparecieron distintos movimientos artísticos como el Art Nouveau, las piezas de autor y de diseño. Durante todo el siglo XIX, se modernizó la industria con los avances tecnológicos, y para 1950 ya existían todas las piezas que encontramos hoy en día.

En 2012, Avon lanzó Ungaro Floral, una colección de joyas (anillo, arete y collar) junto con la reconocida casa de joyería Casa Ungaro, fundada en 1966. Pero además cuenta con líneas completas de sofisticados accesorios que puedes sumar para esas ocasiones en las que necesitas verte elegante y sofisticada.

¿Con cuál me quedo? La forma de la cara y el tono de la piel y cabello, son un indicio a seguir al momento de elegir una joya. Revisa estos consejos:

  • Rubias de pieles claras: los mejores colores son los plateados, por eso opta por joyas de plata u oro blanco. Si tiene piedras, escoge los tonos rojos, rosados, morados y azules.

  • Morenas de pieles cálidas: les sientan super bien los dorados como oro y cobre. Para los detalles de color, busca los tonos tierra, naranjas, verdes, amarillos y corales.

  • Rostros alargados: aros cortos y redondos, para suavizar la forma, y gargantillas.

  • Rostros redondos: pendientes alargados o collares largos son la mejor opción para proporcionar armonía.

  • Rostros cuadrados: busca aros largos pero con terminación redonda o lágrima, para darle suavidad a los ángulos. Los collares que sean más bien largos, justo por debajo de las clavículas.

¡A mantenerlas impecables! Sabemos que adoras cada una de tus joyas, por eso te contamos cómo mantenerlas y limpiarlas. Siempre guárdalas dentro de una bolsita de algodón, de manera que estén protegidas, y en lugares secos y oscuros.

  • Oro: Si están muy sucias, limpiarlas con agua tibia y detergente, usando un cepillo de cerdas suaves y finas. Frotarlas suavemente y enjuagarlas con agua, siempre a temperatura media. Si no, puedes usar un paño seco y ayudarte de una palito de madera para suciedades puntuales, raspando despacio.

  • Plata: Al igual que el oro, lávalas con agua fría, sin jabón, y procura secarlas completamente. Evita los limpiadores que aportan brillo porque, con el paso del tiempo, pueden arruinar o erosionar tus piezas.

  • Bronce: Para limpiarlo, usa una mezcla de agua caliente, con dos cucharadas de jugo de limón o vinagre y sal. Sumerge la pieza dentro y déjala unos minutos. Luego, enjuaga y seca para eliminar todos los restos.

  • Acero: Usa un paño humedecido con agua jabonosa. Si están muy sucias, puedes utilizar dentífrico blanco, lo que les aportará brillo. Luego, enjuaga y seca completamente.

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